La mayoría de museos cuelga sus pinturas en las paredes, donde puedes observarlas en un cómodo entorno con aire acondicionado y donde quizá después puedes disfrutar de una taza de café. Ahora imagina un entorno dramáticamente distinto. Olvídate del aire acondicionado y deja entrar un poco de brisa marina. La luz natural provee de una mejor iluminación que la electricidad. Coloca las obras maestras escultóricas en el piso, o mejor aún: ¡tira las paredes! Bienvenido a Las Labradas de la Chicayota, una zona de monumentos arqueológicos que la fortuna y la naturaleza, han convertido en el museo al aire libre más grande de México.
Este centro ceremonial indígena es hogar de una de las colecciones de piedra tallada más finas del país –algunas piezas tienen más de mil 500 años de antigüedad– y se localiza en la playa de San Ignacio, en la comunidad de la Chicayota, cerca del pueblo pesquero de Barras de Piaxtia, aproximadamente 45 minutos al norte de Mazatlán. Para bien o para mal, el mar ha sido un acompañante constante de estas piedras. Sorprendentemente, la erosión natural no ha sido suficientemente agresiva como para borrar las reliquias, así que reconocerás con facilidad muchos símbolos como manos y algunos animales. Sin embargo, los expertos aún intentan decodificar muchos de los gráficos antiguos.
Aquí se asienta un pequeño y rudimentario museo donde podrás aprender más sobre los orígenes de esta civilización gracias a una investigación realizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y a su esfuerzo por preservar estos objetos invaluables. Pregunta en tu hotel o la oficina de turismo por recorridos guiados, muchos de los cuales duran alrededor de cuatro horas.